Wednesday, August 27, 2008

La Huella IX



De Vuelta.


Bienvenidos a Palo Seco, rezaba el viejo cartel optimista.
Simón llego impulsado por el viento que hacia bramar los árboles antiguos, de la estación de tren, en un canto furioso.

-¡Oohh Varón! ¿Lo ha traio’ la tormenta o uste’ la trae a ella? ¿Cómo es?- saludo un vecino.
-Me ha traído a mi y pa’ siempre compañero.-contesto Simón deteniéndose.
-¡Así me gusta compadre viejo! Ahora que uste’ ha llegao’ nos va a ayudar.
-¿Que le anda pasando? ¡Cuente!.
-¿No siente la peste? Ahora por el viento, pero ya lo va a ver cuando cruce la estación.
-¿Pero que hay?
-Todavía no sabemos bien. Nadie se quiere acercar ¿vio? Pero mata el pasto y todo lo que toca.
-¡A la mierda! Vamo’ a ver que es.
-Lo acompaño y sigo pa’ las casa’. La tormenta se ve fiera. Uste’ también debería apurarse que no se si llega.

Reconoció el olor de inmediato. Lo vio fundir el monte, sus animales y la hierba, enfermar a los compañeros y hasta matar silenciosamente a la peonada. Había que deshacerse de las sobras. El vagón, lleno de sustancias mortales, hediondas, infames, venidas desde tierras lejanas donde no se utilizaron nunca, estoicamente se imponía ante el paisaje balanceante en la víspera de la tempestad.
Simón se detuvo colérico comprendiendo la ironía del trato a su pueblo.
Ya no podía avanzar más. Su vecino lo abandono presto a encontrar refugio.
Se acomodo en la galería de la estación con la mirada fija en el monstruo.
Grito irrefrenablemente junto a la protesta de los árboles a las que se unió el clamor del trueno. La lluvia castiga ya, las chapas que lo cubren.

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