Tuesday, February 05, 2008

La Huella V




Insomnio.


Hubiera querido dormirse antes de que el sol lo abandonara. Ya era tarde. La luna alumbraba el jumiál con un esplendor nada tranquilizador.
No es que haya tenido miedo siempre, al contrario, pero los últimos acontecimientos lo tenían inquieto y sabia muy bien porque.
Su incredulidad y rebeldía lo habían llevado a desafiar a todo mito. La posibilidad de que realmente anduvieran por ahí, con deudas pendientes, lo trastornaba enormemente.
Tiró sus cosas sobre la bicicleta maltrecha y trató de dormir.

Solo trató.

¡Crack!

Algo acechaba.

La claridad era suficiente para distinguir su silueta flaca, perfectamente recortada, en la blancura del salitral. A más de ciento cincuenta kilómetros de donde lo vió por primera vez.
¡Lo seguía!
No se acercó.
Tiró su enigmática bolsa al suelo y sin dejar de mirar en dirección a Simón de manera perturbadora, metió la mano en ella, sacó algo y clavándolo en el suelo, se sentó a una distancia considerable, vigilante.
¿Un mensajero de algo peor?, ¿un protector?, ¿o alguna entidad misma que sin saber ofendió? Tal vez ninguna. Quizá solo un demente de los que abundan.
De todos modos, ahora si, no podía dormirse.

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